El Terroir del Etna, una resonancia internacional.
El terroir del Etna es un terroir particular con una fuerte vocación enológica, gracias a sus propiedades y características. Por lo tanto, está bajo la atención de los especialistas del sector, al igual que los terroirs franceses e italianos, más conocidos.
Nuestra forma de entender la palabra terroir es la combinación de suelo, microclima, variedades de uva y las tradiciones vitivinícolas presentes en un territorio determinado.
En este sentido, el Terroir, determina el carácter, la unicidad sensorial y la calidad organoléptica de su vino.
Características del Terroir del Etna
Los aspectos peculiares del terroir del Etna en los que se basa la vocación enológica del Etna son:
El Microclima:
Un microclima único: factor importante para los vinos elegantes del Etna, que puede pero convertirse en un incomodo compañero de viaje. Estamos en una latitud africana pero con una altitud extrema para la viticultura. Catania está, de hecho, a la misma latitud que el extremo norte de Túnez y la vid en el Etna alcanza hasta 1300 m de altitud. Esto se traduce en la coexistencia, en un área muy estrecha, de clima mediterráneo y de montaña. Las temperaturas medias son más bajas que las de la isla. Especialmente en el lado norte, en invierno y en el período del inicio de la germinación, a menudo caen por debajo de cero. En cambio, las temperaturas máximas en verano, superan incluso los 40°C, registrando en el período primavera-verano una elevada diferencia día-noche (variaciones térmicas hasta 30°C).
Las precipitaciones dependen de la ladera y son mucho más altas en la parte oriental del volcán que en las del norte y del sur. Las lluvias se distribuyen sobre todo durante el período otoño-invierno y, a menudo, en conjunción con el período de vendimia. Esto, en algunos años y para ciertas areas, puede ser un factor limitante en la maduración y la salud de las uvas; en algunos casos, el granizo amenaza severamente los cultivos.
El Suelo
Un suelo abigarrado con características precisas como el lienzo de un impresionista. Cada flujo de lava, de los miles que sucedieron en el tiempo, y cada explosión de los cráteres superiores o laterales que producen cenizas y lapilli (llamado ripiddu), tienen características físicas y químicas diferentes. Cuando se vierten sobre una zona del volcán, normalmente muy limitada en términos de superficie, crean las condiciones para tener, después de unos cientos de años, suelos muy diferentes. Además, estando el suelo expuesto a diferentes niveles de humedad, el resultado final es, de hecho, extremadamente variado.
De aquí se entiende necesariamente el concepto de los distritos o incluso de las microzonas, a las que corresponden, si el hombre secunda el territorio, vinos con identidad única. Sin embargo, en general se puede decir que los suelos de matriz volcánica son de textura media seca y arenosa, con capacidad de drenaje muy elevada, a reacción sub-ácida, ricos en microelementos, hierro y cobre, medianamente dotados de potasio, fósforo y magnesio, pobres en nitrógeno y carbonatos.
Las vides
Los vides del Terroir del Etna son casi todas autóctonas. El príncipe de las variedades autóctonas tintas es el Nerello Mascalese. Traída originalmente por los griegos, esta variedad de uva llega a maduración en la tercera década de octubre. Se presta a largas maceraciones, y expresa su mejor cuando el vino se envejece durante muchos años. El vino que se origina es fino y elegante, con poco color, sabroso y con taninos sedosos. Los aromas de los pequeños frutos rojos son típicos cuando el vino es joven, como en el caso de nuestro vino Rossobrillo. El Nerello Cappuccio acompaña en pequeños porcentajes el Nerello Mascalese en los vino Etna DOC y le da principalmente color. Raramente se vinifica también en pureza.
La cuestión de las variedades de uva blanca es un poco más complicada. Ciertamente la más conocida es el Carricante, que el Reglamento del Etna DOC indica como la variedad principal de la Denominación. Esta variedad, también de maduración tardía, da al vino un color amarillo pajizo y notas minerales muy fuertes. Sorprendentemente para un vino blanco, se presta al envejecimiento incluso durante más de diez años, característica que lo coloca idealmente próximo a los Riesling alsacianos.
En realidad, el Carricante, que en el lado sureste es prácticamente la única variedad de uva presente, a menudo es acompañada por otras variedades de uva en las otras laderas del Etna. En la ladera norte y sureste, desde el que producimos el nuestro Biancopiglio, por ejemplo están presentes además del Carricante, también las variedades Cataratto, Grecanico Dorato, Coda di Volpe y Minnella. Esta situación, en la que varios cultivares de baya blanca – y a veces también de baya tinta – están presentes en la misma viña, es muy difundida en la tradición etnea.
Las Tradiciones Vitivinícolas
Las tradiciones vitivinícolas, como en toda Italia, son peculiares del territorio. La belleza enológica de nuestro país, con respecto también de nuestros primos transalpinos, radica precisamente en la falta de uniformidad y homologación causada bien o mal por la ausencia – hasta hace relativamente pocas décadas – de una dirección única a nivel nacional. Características principales de la viticultura y el trabajo en la bodega en la zona del volcán son: cría en arbolito en tutores de castaño llamados Carrazzi, muros de piedras secas para hacer practicables las laderas empinadas del volcán, el uso de grandes barriles de castaños para la vinificación, la espera en las finas lías de vinos blancos para facilitar la fermentación maloláctica en primavera (necesaria por el alto contenido de ácido málico del Carricante) y el prensado de los orujos a través del sistema de la «prensa de Catón», colocado en el interior del tradicional Palmento etneo.
Todas las características enumeradas hacen que sea realmente difícil encontrar un terroir similar al del Etna y a los vinos que producimos, comenzando por los tintos de gran envejecimiento que son testimonio de ello.
